José aceptó el anuncio del ángel sobre el embarazo
de su mujer, María, con tranquilidad y sin demasiadas averiguaciones. No
prestó mucha atención al asunto, pues estaba preocupado por las
condiciones de una madera, desconocida para él, de que había oído
hablar. Al parecer ese material procedía de Oriente: tendría que esperar
el paso de una caravana para obtener algunos tablones. Con ellos
elaboraría muebles para sus amos romanos, los únicos que pagaban un buen
precio por su trabajo. La cuestión del Mesías le interesaba también,
pero menos. Después de todo, un buen carpintero no tenía por qué meterse
en política.
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