lunes, 22 de diciembre de 2014

Adios



TANATORIO ESTE…O ESTE
(Josep Sebastián)
Ayer me ocurrió algo insólito.
Había fallecido una tía mía por la mañana, y me informan que la capilla mortuoria estará dispuesta a partir de las seis de la tarde en el tanatorio este de la ciudad. Pensé en acercarme al salir de la oficina, y nada más entrar en recepción compruebo que en la pantalla con la lista de obituarios no figura su apellido, o al menos el que yo creía que tenía. Miro por el nombre, Josefa, y hay una tal Josefa García (pienso “igual es esa, y el apellido que yo creía me lo había inventado”, era una parienta no muy próxima…) en la Sala 3.
Me dirijo a la capilla en cuestión pero mirando todas por la que pasaba por si acaso iba errado con el nombre. Voy mirando discretamente a la gente y la gente a mí, estos no tan discretamente, más bien indagantes. La situación se me hace cada vez más incómoda, como si estuviera alterando la amable relación de la muerte con el mundo de los vivos.
Llego a la capilla número tres y hago un esfuerzo por reconocer a alguien, una cara atrapada en el pasado, una mueca especial, una voz que abra mis tímpanos a la memoria de la niñez. Se acerca una señora y me dice si quiero ver al difunto.
Doy media vuelta y me alejo con cara de circunstancias. Pongo en marcha el coche y por los altavoces suena “If it is goodbye”. Créanme, no es una escena de un cortometraje de vanguardia.
Era yo en todo mi ridículo esplendor.
Hoy ha sido incinerada Josefa Royo en los crematorios del tanatorio Oeste de la ciudad.

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