En su carrera por desaparecer del baile
real antes de medianoche, Cenicienta se cayó por las escaleras de palacio
dónde, aparte de perder su zapato de cristal, sufrió un fuerte esguince en el
pie.
Ante las risas de su
madrastra, elhinchado empeine malogró
los intentos del duque por calzarlo.
“Te voy a explicar el cuento de María
Salamiento, que se fue a cagar y se la llevó el viento”.
Y se quedaba tan ancha. A los cinco
minutos, y viendo que aquello se acababa allí, optaba por dormirme.
Cincuenta años más tarde, y desempeñando mi
profesión de comisario de policía, me ha llegado el siguiente informe forense.
En Camarillos, a 28 de agosto de 2015, doña
Antonia Acertijos, médico forense del Instituto de Medicina Legal de
Teruely en virtud del juramento que
tiene prestado,
MANIFIESTA
“Que los restos del cadáver encontrado en
el paraje conocido como La Ventisca, cubierto por abundante hojarasca acumulada
durante años, pertenece a una mujer de mediana edad fallecida a principios del
siglo XX. Por su indumentaria hace pensar que no es del lugar, pero no se
establece cómo llegó hasta allí,aunque
puedo asegurar que cayó de arriba abajo y el golpe contra el suelo la causa de
su muerte. Llevaba las bragas bajadas hasta el tobillo pero se descarta
cualquier signo de violación”
Ahora entiendo por qué mi madre nunca quiso
explicarme el final del cuento.
D.Wheaterbee era el verdugo de la prisión
central del estado de New Hampshire. En unas vacaciones violó y asesinó a dos
mujeres. Fue detenido, juzgado y condenado a muerte.
La noche anterior al día señalado, y en un
alarde de extrema profesionalidad, se colgó de una viga de su celda.
Recuerdo que, siendo niño, si oía una
sirena mientras iba hacia mi casa, siempre creía que era un coche de bomberos
dirigiéndose a nuestro edificio en llamas.
Con egoísta satisfacción comprobaba al
girar la esquina que no era cierto, más aun, dirigía una mirada a la casa de
enfrente dónde vivía un compañero de escuela al que todos teníamos manía,
Paquito Barrachina.
Paquito tenía un juego de química con
nombre de astronauta soviética, Quiminova creo se llamaba. Era la envidia de la
clase, siempre andaba haciendo experimentos que ostentaba con orgullo. Un año
los reyes me trajeron uno parecido, pero con fórmulas máscomplejas y con más productos y utensilios.
Se llamaba Atom y en la caja ponía made in Germany.
Un día, volviendo de la escuela, y absorto
en mis pensamientos de haber conseguido la fórmula y fabricación de un producto
químico con un nombre de lo más sofisticado, Nitroglicerina, no oí la sirena
antes de doblar la esquina y contemplar mi edificio derrumbado y en llamas.
Paquito, en el balcón de enfrente, jugaba sin inmutarse una partida de “Hundir
la flota” con su hermano gemelo.
Me
pregunto por qué les escribo todo esto desde el camarote de una fragata de la
marina de mi país, en una guerra que no es la mía y a tantos kilómetros de
casa. Quizás porque espero el momento en que nos den el “tocado y hundido” y un
grupo de sirenas me seduzca con aquellos cantos que yo escuchaba por las calles
de mi barrio.