Sándor Márai
Autor: Sándor Márai
En esta atractiva novela lo anecdótico puede ser trivial: es la
historia de un adulterio. Pero en realidad se trata de un tema delicado:
un triángulo amoroso que involucra a tres amigos. Márai se introduce en
el alma del protagonista: el desconcierto por la traición y el dolor
que ésta produce, son el origen de una larga reflexión sobre las
debilidades del ser humano y sus limitaciones. La maestría del autor
para explorar el mundo afectivo de los personajes, eleva la obra al
nivel de lo sublime.
Es un acierto el uso de la primera persona. Por dos motivos:
1.-La elección del monólogo crea una tensión dramática ascendente: el
lector espera después de cada párrafo la interrupción del amigo,
Konrád, quien escucha en silencio las acusaciones del general; pero esta
interrupción no se articula.
2.-Siendo el general un hombre viejo, su discurso tiene el ritmo
reiterativo y paciente de una persona que se encuentra al final de la
vida. El protagonista es un hombre mayor que se expresa sin prisa, sin
exabruptos, sin dramatismo, sin rezagos de pudor.
LOS ESCENARIOS
Debido al cuidado con que el autor dibuja sus escenarios, creo que es
interesante comenzar el análisis desde afuera hacia adentro. Es
importante señalar como los elementos exteriores son presentados con
esmero porque cumplen una función: son los espejos en donde se reflejan
los seres que los habitan:
LA MANSION Y LA CASA DEL BOSQUE
Los padres del general se construyeron espacios propios para vivir.
La mansión fue hecha a imagen y semejanza de la madre, trajo de Francia
los tapices y el mobiliario transformando la casa en un lugar elegante,
adornado con objetos bellos y música. Cuando el padre vio su casa
transformada, se sintió atrapado y buscó reparar la falta construyéndose
una casita en el bosque. Se refugia ahí, entre armas y trofeos de caza:
“La madre del general, la condesa, prohibió que los cazadores
entraran en la mansión… Fue entonces cuando el capitán de la guardia
imperial mandó construir la casa del bosque… Sólo aparecía en la mansión
a las horas de las comidas…” (pág. 20)
En la habitación de la madre la estufa adquiere protagonismo, es un
símbolo de su lucha contra el frío y la soledad. El general hereda la
estufa y se protege con el calor que produce de la misma manera cómo lo
hacía su madre. Siente el desamparo que ella sentía.
LA CASA DEL GENERAL
La casa sufre las transformaciones de los hombres que viven en ella.
Al comienzo de la novela la casa es una prisión en donde el general se
ha recluido, su habitación parece una celda. Se encierra en las
habitaciones que fueron de su madre, instalado como un bebé en el útero
materno:
“El general había nacido en la casa, en aquella habitación…. Hacía ya
décadas, al cambiarse él a esta ala del edificio, había mandado
derribar el tabique medianero y había convertido las dos habitaciones en
una sola, más grande, dominada por las sombras. Había diecisiete pasos
desde la puerta hasta la cama. Dieciocho desde la pared del jardín hasta
el balcón. Los había contado muchas veces, y lo sabía con certeza y
precisión”. (pág. 10).
Esta casa tiene vida propia, se identifica con sus habitantes y comparte sus alegrías y sus tristezas:
“La mansión lo comprendía todo… Comprendía también el silencio…
Comprendía también los recuerdos… todas las casa donde vive gente tocada
por la pasión con toda su fuerza, se llenan de este contenido
impreciso” (pág. 27).
La casa vive también el reencuentro a su manera. Cuando el general y
Konrád terminan de cenar, el anfitrión lleva a su amigo a la parte más
íntima, abandonan el comedor para entrar en las habitaciones privadas.
El protagonista busca el escenario para la confesión que va a hacer:
alrededor del piano (el recuerdo de su madre y Kristina) , junto a la
estufa, (la herencia de su madre), y en donde están los tres sofás que
antes ocupaban ellos dos y Kristina, (la imagen de los buenos tiempos).
LAS CASAS DE KONRAD
El mejor ejemplo de que la casa es el reflejo del alma de quien la
habita, es la escena en donde el general, al contemplar por primera vez
la casa de Konrád, descubre al verdadero Konrád. La casa de su amigo le
rebela dos verdades: que Konrád es una persona distinta a quien él creía
que era, y que Kristina circulaba en esa casa como si fuera suya
también. Es ahí, observando cada detalle, cuando sospecha que su mujer
tiene una relación con su amigo.
“… absolutamente todo, el jardín, las estancias, los muebles, todo
era como la casa que se organiza un artista. En aquel momento comprendí
que de verdad eras un artista. También comprendí lo extraño que debías
de sentirte entre nosotros, entre la gente normal…. Todo esto lo
comprendí allí, entre los muebles singulares de tu hogar abandonado. Y
en aquel instante entró Kristina”. (pág. 106-107)
La siguiente casa de Konrád será el trópico, que es una imagen del
infierno. Ese trópico es una metáfora del infierno interior en que vivió
consumiéndose desde que abandonó a Kristina y al general.
LOS CONTRARIOS
En esta novela, personajes, situaciones y escenarios, se describen en
oposición a su contrario, en un juego de luz y sombra, de manera que el
lector percibe lo que es, frente a lo que NO es. Ejemplos de estos
contrarios serían:
El general y Konrád, la juventud y la vejez, Nini y la madre del
general, el campo y la ciudad: (Viena), y dentro de la ciudad: la
escuela militar y la Viena social. Y finalmente la gran oposición, que
es el eje de la novela: los que pertenecen al mundo de la música, y los
que no pertenecen a ese mundo.
La única que no tiene un personaje contrario que la defina, es
Kristina. Ella es incomparable, la gran ausente, la mujer buena y la
mujer mala al mismo tiempo, todas en una, no necesita de un espejo.
NINI Y LA MADRE DEL GENERAL
NINI:
Es la madre naturaleza que emerge como una fuerza telúrica, una mujer
que se da sin límites y que se posterga ella misma para dar cabida a
los otros a quienes acoge. Nini es transparente: no contamina nada con
su subjetividad. Ella no cuenta, su rol es estar en donde debe estar,
irradiar cuando debe irradiar. Sus dolores (la muerte de su bebé, el
haber sido expulsada de su familia) no exigen un espacio para
manifestarse.
Es madre sin lazos de sangre, se hace madre por un acto de voluntad, o amor:
“El general la observó con curiosidad, inclinándose hacia delante. Su
vida y la de ella habían transcurrido paralelas, con el movimiento
lento y ondulado de los cuerpos muy viejos. Lo sabían todo el uno del
otro, más de lo que una madre puede saber de su hijo, más de lo que un
marido puede saber de su mujer”. (pág. 17).
LA MADRE DEL GENERAL
Contrariamente a Nini, esta mujer vive intensamente sus angustias y
eso le resta energía para entregarse a su hijo. El hecho de ser
extranjera y de haberse enamorado del hombre equivocado, la marcan
anímicamente. La madre del general es mujer antes que madre. Nini es
madre antes que nada.
Su hijo la describe así cuando contempla su retrato:
“La joven del retrato del pintor vienés ladeaba ligeramente la
cabeza, y su mirada tierna y seria se perdía en la nada, como si
estuviera preguntando “¿Por qué?”… Aquella mujer siempre había sido una
extraña” (pág. 25).
El contraste entre las dos maneras de atender al general de pequeño, están resumidas en esta frase:
“Durante seis días había mantenido (Nini) al niño con su aliento. La
condesa (la madre) rezaba y lloraba de rodillas delante de la puerta”.
(pág. 30).
KONRAD Y EL GENERAL
Los dos reciben una formación militar y rigurosa desde niños. Esta
educación consigue moldear al general, lo convierte en un militar, a
pesar de sus debilidades: sufría en la escuela, tenía miedo y le subía
la fiebre. Pero la educación se impone. En el caso de Konrád no, nunca
será un buen militar, él es artista.
El general crece con amor y arropado por las circunstancias, es una
planta bien regada que luego florece. Konrád crece en una familia en
donde las estrecheces dificultan el desarrollo de las relaciones, su
vida será siempre una lucha:
“Henrik era muy hábil. Konrád luchaba desesperadamente por encontrar
el equilibrio y la seguridad, su cuerpo carecía de la memoria de tal
capacidad, de tal herencia genética. Henrik aprendía todo con facilidad,
Konrád tenía dificultades, pero retenía todo lo aprendido de una manera
desesperada, con codicia, como si supiera que aquello era su único
tesoro en el mundo”. (pág. 41).
Conformen se hacen mayores, aumentan las diferencias entre ellos: uno
vive para disfrutar, el otro tiene una experiencia interior más
intensa. Uno gasta, el otro no tiene dinero para gastar.
“…el hijo del guardia imperial volvía casi siempre después de media
noche; llegaba de algún baile, de alguna fiesta, y ya desde la calle
veía, en la ventana de su amigo, la luz tenue, irregular y acusadora de
las velas. En la señal luminosa de aquella ventana había algo de
reproche…. Tenía la sensación de haber vuelto a engañar a su amigo”.
(pág. 52).
“Konrád hablaba de sus lecturas y el hijo del guardia imperial de las experiencias de la vida”. (pág. 56).
“Aquellas charlas nocturnas en la casa de Hietzing se convirtieron
con el tiempo en conversaciones entre maestro y discípulo… Cuando Konrád
–en un tono amistoso pero superior, divertido y sin darle importancia
al asunto- se burlaba del hijo del guardia imperial por todo lo que éste
había experimentado en el mundo, se notaba en su voz todo ese sofoco,
esa sed insaciable, ese deseo”. (pág. 58).
En el monólogo que sostiene el general, el día del último encuentro,
señala las diferencias entre los dos y cómo éstas los marcaron para
actuar de una u otra manera. Por eso le dice a Konrád:
“Ibas de caza pero sólo como quien se resigna a un formalismo de tipo
social. Cazabas con una expresión de desprecio. Llevabas el arma de una
manera descuidada, como si fuera un bastón o una caña. No conocías esa
extraña pasión, la más secreta de todas las pasiones de la vida de un
hombre… es la pasión por matar. Somos humanos, para nosotros es ley de
vida el matar. No podemos evitarlo… Matamos para defender, matamos para
conseguir, matamos para vengarnos. ¿Te ríes?… ¿Te ríes con desprecio?
¿Te has convertido en un artista y se han refinado en tu alma todos
estos instintos bajos y brutales?… ¿Crees que nunca has matado a ningún
ser vivo?
En este párrafo se evidencia la diferencia a nivel formal, pero no en
lo esencial. El general le recuerda que no lo debe menospreciar por ser
un cazador, ya que hay muchas formas de matar. Un amigo que comete
adulterio con la mujer del otro, ¿no mata de manera simbólica?, ¿acaso
actúa mejor que aquel que dispara a un animal? Para el general la caza
es un ritual, quien caza ejerce de sacerdote que celebra y sublima así
sus pasiones. Para Konrád es un acto salvaje que lo asquea.
LA MUSICA Y LOS QUE NO AMAN LA MUSICA
La música es en esta novela una línea que separa al mundo en dos. En
realidad, el uso de la palabra “música” es una imagen que representa el
aspecto creativo o artístico del ser humano. Cuando habla con admiración
de los que aman la música, el general se refiere a aquellos espíritus
que vibran con la belleza y que son capaces de elevarse por encima de lo
material. En oposición a ellos están los militares: él y su padre.
La música, entendida así, separó a sus padres:
“… la mujer pretendía domesticar a las fieras con la música… El
guardia imperial las ahuyentaba con cuchillos, su esposa lo observaba
desde la ventana. Había algo entre ellos que no se podía reparar. No
obstante, se amaban”. (pág. 24).
Cuando el general es un niño, Nini lo define en relación a esta carencia:
“-Yo seré poeta- dijo él un día, levantando la vista y ladeando la cabeza…
-¡Qué va! ¡Tú serás soldado! (aclaró Nini). (pág. 31).
La música separa a los amigos:
“Konrád tenía un refugio adonde su amigo no podía seguirle: la
música. Era como si tuviera un lugar secreto, sólo para él, donde nadie
en el mundo pudiera alcanzarlo. Henrik tenía callos en los oídos, le
bastaba con la música cingara y los valses de Viena”. (pág. 47).
Pero la música también une a la madre del general y a su amigo Konrád, y los separa del general y de su padre:
“La madre ejecutaba la pieza con pasión: tocaban Polonesa-Fantasía de
Chopin. Era como si todo se hubiera revuelto en el salón. El padre y el
hijo sentían, sentados en sus sillones en aquel rincón, en su espera
paciente y disciplinada, que en los dos cuerpos, en el cuerpo de Konrád y
en el de la madre estaba sucediendo algo. Era como si la rebeldía de la
música hubiera elevado los muebles…” (pág. 49).
Y por último, y quizás lo más doloroso para el protagonista, es que
la música une a Konrád y a Kristina y los separa de él. La música será
la culpable, la que aleja al general de sus grandes amores, por eso se
rebela contra ella, como si fuera veneno. La única vez que el general
pierde la calma es cuando se da cuenta de ello, y consigue señalar la
causa de su desgracia:
“Odio la música –dice con voz más elevada y ronca: la primera vez en
toda la noche que sus palabras delatan una emoción-. Odio ese lenguaje
armonioso, incomprensible para mí, que ciertas personas utilizan para
charlar, para decirse cosas inefables que no responden a regla alguna,
ni a ninguna ley: sí, a veces pienso que todo lo que se expresa a través
de la música es maleducado e inmoral”. (pág. 159).
LOS GRANDES TEMAS
En este monólogo se reflexiona con profundidad sobre la vida y se
desmenuzan valores como la amistad, el honor, la fidelidad. También se
cuestionan la pasión y la soledad.
LA AMISTAD
Aquí se centra la historia, ¿qué es la amistad, qué implica, qué
significa? ¿Fueron amigos, son amigos? Y las respuestas van variando
conforme el general analiza lo vivido por él y Konrád. Para comenzar, la
primera definición que él tuvo de niño se la dio su padre, militar como
él:
“Para mi padre la palabra “amistad” era un sinónimo de honor”. (pág. 97)
Luego señala un elemento importante que rara vez se menciona: en la
amistad hay atracción, entendida no como atracción sexual, si no como
cierto deslumbramiento. El amigo lo elegimos porque “nos gusta”,
detectamos una especie de imán que nos hace acercarnos y luego quedarnos
con él:
“¿Qué se esconde detrás de la amistad? ¿Simpatía? Se trata de una
palabra hueca, poco consistente, cuyo contenido no puede ser suficiente
para que dos personas se mantengan unidas, incluso en las situaciones
más adversas, ayudándose y apoyándose de por vida…¿por pura simpatía? ¿O
se trata quizás de otra cosa?… ¿Habrá tal vez cierto erotismo en el
fondo de cada relación humana?” (pág. 98).
Cuando el general intenta profundizar en aquello que implicaría la
amistad, es cuando la reflexión se convierte en una propuesta osada, sin
prejuicios ni limitaciones, en una relación amplia y generosa, y sobre
todo libre de ataduras:
“Al igual que el enamorado, el amigo no espera ninguna recompensa por
sus sentimientos. No espera ningún galardón, no idealiza a la persona,
que ha escogido como amiga, ya que conoce sus defectos y la acepta así
con todas sus consecuencias… ¿Qué valor tiene una amistad si sólo amamos
en la otra persona sus virtudes, su fidelidad, su firmeza? ¿Qué valor
tiene cualquier amor que busca una recompensa? ¿No sería obligatorio
aceptar al amigo desleal de la misma manera que aceptamos al abnegado y
fiel?… Y si uno entrega a alguien toda la confianza de su juventud, toda
la disposición al sacrificio de su edad madura y finalmente le regala
lo máximo que un ser humano puede dar a otro, si le regala toda su
confianza ciega, sin condiciones, su confianza apasionada, y después se
da cuenta de que el otro le es infiel y se comporta como un canalla,
¿tiene derecho a enfadarse, a exigir venganza? Y si se enfada y pide
venganza, ¿ha sido un amigo él mismo, el engañado y abandonado?” (pág.
99).
Aceptarlo todo por amor al amigo, sería lo ideal, pero el hombre no
es un ser ideal, es limitado e imperfecto, por lo tanto la amistad, que
es una relación humana, es imperfecta. Y el hombre no puede dejar de
establecer límites, los necesita como una defensa, para no sufrir.
Llegado a este punto, el general concluye:
“Porque si tú y yo no hubiéramos sido amigos, no habrías levantado el
arma contra mí aquella mañana, en el bosque, durante la cacería. Y si
no hubiéramos sido amigos, yo no habría ido a tu casa al día siguiente, a
aquella casa a la que nunca me habías invitado, donde guardabas tu
secreto, un secreto malvado e incomprensible que envenenó nuestra
amistad. Si no hubieras sido amigo mío, no habrías huido al día
siguiente de esta ciudad, de mí, de la escena del crimen, como un
asesino, como un delincuente, sino que te habrías quedado aquí,
engañándome y traicionándome, y quizás todo esto me habría causado
dolor, y herido mi vanidad y orgullo, pero no hubiera sido tan terrible
como lo que hiciste por ser mi amigo. Si tú y yo no hubiéramos sido
amigos, tú no habrías regresado cuarenta y un años después… Tú has
matado algo en mí, has destruido mi vida, y yo sigo siendo amigo tuyo. Y
yo ahora, esta noche, estoy matando algo en ti, y luego dejaré que te
vayas a Londres, al trópico o al infierno, y seguirás siendo amigo mío”.
(pág. 125).
LA FIDELIDAD
La misma pregunta que se plantea el general respecto a los límites en la amistad, la replantea respecto a la fidelidad:
“¿Qué significa la fidelidad, qué esperamos de la persona a quien
amamos?… ¿Exigir fidelidad no sería acaso un grado extremo de la
egolatría, del egoísmo y de la vanidad, como la mayoría de las cosas y
de los deseos de los seres humanos. Cuando exigimos a alguien fidelidad,
¿es acaso nuestro propósito que la otra persona sea feliz? Y si la otra
persona no es feliz en la sutil esclavitud de la fidelidad, ¿amamos a
la persona a quien se la exigimos? Y si no amamos a esa persona y no la
hacemos feliz, ¿tenemos derecho a exigirle fidelidad y sacrificio?”
(pág. 166).
Una pregunta que queda flotando en el aire, sin respuesta. El hombre
no suele ser tan amplio y siempre se cuelan los prejuicios. Pero la idea
es interesante, es una pregunta sincera de un hombre que está atrapado
entre sus afectos, su orgullo y el deseo de que la persona amada
encuentre lo que busca.
EL HONOR
El general fue formado por un padre militar para quien el honor lo
era todo, esa fue su herencia. Y por eso el general encarna el honor en
la novela. Los códigos hay que respetarlos, al precio que sea, y eso lo
convierte en un hombre contenido. La ley moral manda sobre el
sentimiento.
Konrád es el otro extremo: el sentimiento es ciego, la pasión se desborda y arrasa con los códigos. Por eso huye.
Y al final, será por honor, maldito honor, que el general no vuelve a hablar con Kristina. Ella lo hirió en su amor propio:
“Volví a casa, esperé hasta la noche, luego me fui a la casa del
bosque, y estuve esperando una señal, una palabra, un mensaje, durante
ocho años. Pero Kristina no vino… Así soy yo por naturaleza, así me
educaron, así ocurrió todo. Si Kristina me hubiese mandado un mensaje,
cualquier mensaje, su hubiera cumplido su voluntad”. (pág. 168).
LA PASION
La pasión es una bomba que revienta en las manos de los tres
personajes. Y ellos, heridos, dan manotazos de ahogados: Konrád planea
matar al general, a su amigo, para sentirse libre y amar a Kristina. En
vez de matarlo, huye:
“Porque la pasión no conoce el lenguaje de la razón, ni sus
argumentos. Para una pasión, es completamente indiferente lo que reciba
de la otra persona….” (pág. 119).
Así como el general personifica el honor, Konrád personifica la
pasión. El apasionado es un ser contradictorio: ama y odia al mismo
tiempo. El apasionado no se resigna con una parte, quiere más y más,
siempre busca y arriesga porque es impulsivo. Por eso vive la amistad de
una manera intensa y compleja: es tan fuerte el sentimiento que oscila
entre los extremos: atracción y rechazo al mismo tiempo. Quiere ser como
el amigo, quiere tener lo que el otro tiene, pero no por eso deja de
amarlo. Amor y dolor se mezclan y confunden.
Por eso es interesante la autocrítica que se permite el general al
final del monólogo: ¿cómo no anticipé el fin? Cegado por su buena
estrella, dichoso con su suerte, no fue receptivo a las señales a su
alrededor: no se dio cuenta que muchas cosas suyas perturbaban a su
amigo, o lo ofendían en su pobreza. Tampoco pudo leer las señales que
Kristina dejaba en su diario. No intuyó el peligro y no pensó que dos
seres apasionados, podrían desbordarse.
LA SOLEDAD
Los tres personajes terminan solos como terminaron los padres del
general. Quizás la única persona que escapa de la soledad es Nini. O no
se da cuenta de su soledad, porque no le pesa, no la sufre.
En realidad, estuvieron solos desde siempre. La no-soledad, que es la
ilusión del amor en pareja, en esta novela no existe. El general estaba
encerrado en una actitud auto contemplativa, indiferente al mundo que
lo rodeaba. Konrád estuvo solo desde joven. La lucha de sus padres por
darle un mejor nivel de vida, los alejó de su hijo. Kristina, en la
escena del sanatorio en donde estuvo recluida su madre, se perfila como
una joven solitaria. Luego se valdrá de un diario para comunicarse con
su marido, objeto que refleja una dificultad de comunicación entre
ellos. Luego Konrád la deja sola cuando huye, su marido no le habla ni
la busca, la ignora, y finalmente ella muere de abandono y soledad.
EL AMOR
Las conclusiones del general son contundentes: el amor debe darse
entre iguales. Sólo así será posible la comunicación plena, la
complicidad de la pareja:
“El secreto y el regalo mayores de la vida es cuando se encuentran
dos personas “semejantes”. Esto ocurre raras veces, como si la
naturaleza impidiese tal armonía mediante todas sus fuerzas y tretas,
quizás porque para la creación del mundo y la renovación del mundo es
necesaria la tensión que se forma entre las personas que no cesan de
buscarse, pero que tienen intenciones contrarias y distintos ritmos
vitales.” (pág. 154).
Heinrik se enamoró de una mujer apasionada, amante de la música. Y la
historia se repitió, como la de su madre y su padre: ellas en una
orilla y ellos en la otra, no pudieron encontrarse ni amarse auque lo
deseaban. Por eso el general llega a la conclusión que señala en la cita
anterior. Pero ésta no puede ser aplicable de manera arbitraria al
resto del mundo. Su raciocinio es el siguiente: si en mi caso y el de
mis padres, las parejas no funcionaron por las diferencias, deduzco que
si uno encuentra a una persona igual, será feliz. El dolor lo lleva a él
esta conclusión.
KRISTINA
Creo que el personaje de Kristina, a pesar de ser la gran ausente,
está presente en cada línea, en cada palabra, con la fuerza que debió
tener en vida. Es un personaje atractivo, arrollador, contradictorio:
“…era tan indefinible, tan inclasificable… como si ninguna raza, ni
ninguna clase la pudiera contener del todo, como si la naturaleza
hubiese tratado por una vez de crear algo único, un ser independiente y
libre, alguien que no tiene nada que ver ni con clases ni con orígenes.
Era como las fieras salvajes… (pág. 155).
Solamente una mujer muy vital y con gran poder de seducción, puede
haber sido la causante de una pasión ciega que arrasó con todos.
El valor de El último encuentro es que no enjuicia
el comportamiento de los personajes, hay un intento de acercarse a los
tres para comprender lo difícil que es vivir en circunstancias como las
que presenta.
Las citas están tomadas de la 1ª. edición de la editorial Salamandra, 1999. Traducción del húngaro de Judit Xantus.