ETERNIDAD
(Josep Sebastián)
A mediados del siglo
dieciocho se empezó a utilizar el éter
como método para insensibilizar a los enfermos y eliminar el dolor físico en
las operaciones quirúrgicas.
Tres siglos después, y cuando la anestesia
está incorporada en todos los servicios médicos del primer mundo, un científico
americano ha descubierto un fármaco capaz de eliminar en este caso el dolor
psíquico, o para entendernos, el de los sentimientos. Se aplica en casos de
sufrimiento extremo, guerras, explotaciones, maltratos, desempleo, violaciones…
Aún no se conocen efectos secundarios y se
ha demostrado que, al perder sus efectos, el paciente de alguna manera ha
superado el duelo, entrando en una especie de amnesia letárgica.
Mi
amigo Barrachina, de médicos sin fronteras, se ha ido a trabajar a un país africano
arrasado por el hambre, la sed, la miseria y los conflictos tribales para administrar
el nuevo fármaco. Como es de suponer, al llegar allí han sido los mismos
sanitarios los primeros en tomar la
medicina.
Hoy me he enterado que Barrachina ha
muerto al no controlar bien su dosis. Me pregunto si por efectos de la nueva
anestesia o como un acto de eutanasia.
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