sábado, 18 de abril de 2015

Mientras escribo

 Para los que nos gusta escribir, un libro imprescindible.  (Josep Sebastián)

 

 

Stephen King: Mientras escribo

Idioma original: inglés
Año de publicación: 2001
Título original: On writing
Traducción: Jofre Homedes
Valoración: muy recomendable
Pues vaya gran conocedor de la obra de Stephen King soy yo, para encontrarme con Mientras escribo. Con lo poco motivador que me resulta el género de terror y con lo aún menos motivador que me resultan los best-sellers. 
Menudo papelón.
Pues resulta que, apenas tres párrafos dentro de la reseña que escribo, la influencia de su lectura ya cala en mí. Ya me hallo reflexionando si es correcto cómo divido los párrafos y si los adverbios no son demasiados ya aquí. Sin hablar de la voz pasiva. Resulta, entonces, que este libro, que se abre en un tono autobiográfico (incluyendo referencias a orígenes familiares y a adicciones diversas bajo el influjo de las cuales confiesa haber escrito algunas de sus obras más célebres) y se cierra como un valioso manual práctico destinado a los que pretendemos escribir de vez en cuando (y que nos lean de vez en cuando), resulta que es una experiencia interesante, enriquecedora y demoledora. Demoledora de mis dos prejuicios expuestos, aclaro. Porque mi sensación final es que si Stephen King es uno de los autores más vendidos, aparte de ser prolífico y contar con un ejército de fans irredentos, lo es con cierto merecimiento. Por aquello de que la vida le ha dado limones.
Por proseguir con algo que podría ser interpretado como un tabú (ceder en exceso ante las grandes figuras encaramadas en las listas de ventas), diría que, al igual que De qué hablo cuando hablo de correr del polémico (tomen eufemismo, señores) Murakami, este ensayo me seduce por la manera en que su autor revela su pasión por su oficio. La manera en que pone su oficio al servicio de expresar ese amor. Sí, es cursi llamarle amor, pero ríanse de la vida que a King le ha procurado su talento muchas veces vilipendiado. Da envidia leer la seguridad que desprende hasta cuando reconoce errores, adicciones, debilidades. Si este hombre se decide a aconsejar es por algo. Nadie le mandaba decidirse por esto en vez de tramar otra de sus novelas de terror. Hasta hubiera vendido algunos millones más de los que seguramente vendiera Mientras escribo. Pero prefirió darse este pequeño festín  algo auto-celebratorio, sí, pero con un cierto sentido de la justicia, tuteando al lector, mostrando cariño y convicción, modestia en lo artístico pero orgullo en lo estilístico, en resumidas cuentas, dejando fluir su escritura con tanta espontaneidad que cualquier prejuicio se desmorona. Y con una idea central que no abandona mi cabeza, ya que estamos en un blog de libros. Su contundente afirmación de que un buen escritor sólo puede surgir de ser un buen lector. Touché.
Una auténtica sorpresa (a pesar de que ya había sido advertido).

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