domingo, 9 de agosto de 2015

Mary Hamilton (Joan Baez)

MARY HAMILTON (Historia de dos mujeres)

 

Mary Hamilton, hija de Robert Adamson y de Daisy Duncan, nació en 1882, en una familia de clase baja. Su padre llegó a ser profesor en la Universidad de Glasgow y su madre era de familia cuáquera.  Ambos eran defensores de los derechos de la mujer y en esa cultura educaron a sus seis hijos. Mary, la mayor, pudo estudiar en el Newnham College y enseguida se incorporó al “National Union of Women Suffrage Societies (NUWSS)” y fue muy activa en el movimiento feminista británico. Dedicó parte de su vida a la enseñanza sin abandonar el movimiento feminista y se afilió al socialismo incorporándose al Partido Laborista Independiente. En los preliminares de la primera gran guerra, se alistó en el sindicato para el control democrático y tuvo activa participación en la búsqueda de una paz negociada.
Su vida posterior transcurrió por el periodismo y la alta política, sin dejar de luchar por los derechos de la mujer. Sus últimos años los dedicó a escribir biografías de personalidades políticas. Mary Hamilton murió en 1966, tras una vida activa, intensa, anticipada a sus tiempos y, sobre todo, provechosa para los demás.
“Mi” Mary Hamilton tuvo otra vida más triste, más miserable. Curiosamente transcurrió en el mismo entorno geográfico: Glasgow y Edimburgo. Fue una de las “Four Maries”, señoras de la alta nobleza inglesa y de la confianza de la Casa de Estuardo, cuya función era la de servir de compañía y protección a Mary, la hija de los Estuardo. Nuestra Mary, fue seducida por el Rey y tuvo un hijo. Primero lo escondió y después lo mató. Su vida quedó destrozada mucho antes de que fuera condenada a muerte y decapitada. Pero la historia le teneis con mejor detalle en la letra de la balada. La letra en español es traducción bastante fiel pero adaptada para que resulte un precioso y triste romance.
Pero, antes o mientras la leeis, escuchad la balada de Joan Baez, Mary Hamilton. Es preciosa.



Word is to the kitchen gone,
and word is to the Hall
And word is up to Madam the
Queen, and that’s the worst
of all
That Mary Hamilton has borne a babe
To the highest Stuart of all
Oh rise, arise Mary Hamilton
Arise and tell to me
What thou hast done with thy wee babe
I saw and heard weep by thee
I put him in a tiny boat
And cast him out to sea
That he might sink or he might swim
But he’d never come back to me
Oh rise arise Mary Hamilton
Arise and come with me
There is a wedding in Glasgow town
This night we’ll go and see
She put not on her robes of black
Nor her robes of brown
But she put on her robes of white
To ride into Glasgow town
And as she rode into Glasgow town
The city for to see
The bailiff’s wife and the provost’s wife
Cried Alack and alas for thee
You need not weep for me she cried
You need not week for me
For had I not slain my own wee babe
This death I would not dee
Oh little did my mother think
When first she cradled me
The lands I was to travel in
And the death I was to dee
Last night I washed the Queen’s feet
And put the gold in her hair
And the only reward I find for this
The gallows to be my share
Cast off cast off my gown she cried
But let my petticoat be
And tie a napkin round my face
The gallows I would not see
Then by them come the king himself
Looked up with a pitiful eye
Come down come down Mary Hamillton
Tonight you will dine with me
Oh hold your tongue my sovereign liege
And let your folly be
For if you’d a mind to save my life
You’d never have shamed me here
Last night there were four marys
tonight there’ll be but three
It was Mary Beaton and Mary Seton
And Mary Carmichael and me.
Rumores hay en la cocina,
rumores hay en los cuartos:
Marie Hamilton tuvo un hijo
del mas importante Estuardo.
La cortejó en la cocina,
la cortejó en el salón,
la cortejó en la bodega
y allí pasó lo peor.
Envolvió al niño en un paño
y después lo arrojó al mar;
‘Aunque te hundas o nades
conmigo no volverás.’
La vieja reina bajó,
con trenzas de oro en el pelo:
‘Oh, Marie, ¿dónde está el niño?
Yo he escuchado a ese pequeño.’
‘Nunca hubo un niño en mi cuarto,
ni tampoco quiero que haya;
sentí de pronto en mi cuerpo
una profunda punzada.’
‘Oh, Marie, ponte un vestido,
que sea negro o velado,
vendrás conmigo a Edimburgo
para ver ese poblado.’
‘No usaré vestigo negro,
ni me pondré uno velado,
me pondré un vestido blanco
que luciré en el poblado.’
Cuando subió al Cannogate,
lanzó ella tres carcajadas;
cuando bajó el Cannogate,
las lágrimas la cegaban.
Al subir al Parlamento,
un taco se le ha atorado.
Al descender la escalera,
ya la habían condenado.
Cuando bajó el Cannogate,
a nadie vio en su camino;
en las ventanas las damas
lloraban por su destino.
‘No debéis llorar por mí,
ya no lloréis -ella dijo-,
pues merezco la condena
por haber matado a mi hijo.
‘Salud a los marineros
que navegan por el mar,
que mis padres nunca sepan
que no volveré a mi hogar.
‘Salud a los marineros
que navegan por el mar,
que mis padres nunca sepan
que aquí me van a matar.
‘Oh, poco pensó mi madre
que en la cuna me mecía
qué tierras iba a pisar,
qué muerte me esperaría.
‘Oh, poco pensó mi padre
cuando en brazos me tenía
qué tierras iba a pisar
qué muerte me esperaría.
‘Anoche serví a la reina,
la acosté con gentileza,
me recompensa esta noche
cortándome la cabeza.
‘Anoche eran cuatro las Maries,
sólo tres habrá desde hoy:
Marie Seaton, Marie Beaton,
Marie Carmichael y yo. “

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