miércoles, 3 de diciembre de 2014

Las Ramblas






CERRADO POR DISFUNCION
(Josep Sebastián)
Aquella mañana amaneció confusa para los pocos turistas que estrenaban el frío espacio creado entre los plátanos de ambos lados del paseo. Con gesto taciturno se disponían a preparar los puestos de flores que durante tantos años han dado vida a un paisaje que caracteriza a la ciudad, colocando geranios, rosas, margaritas y claveles de forma que el cuadro sea un estallido de color enfrentado de acera a acera.
Payasos, buscadores de oro, gladiadores, vaqueros y demás fauna estática servían en las terrazas del bulevar a floristas y vendedores de diarios prestos a hacerse acreedores tanto de un café o una horchata como de un privilegio que, inmortalizado en las cámaras de sus móviles, les perpetuara en el recuerdo de su paso por la ciudad. Aguantaban con distraída paciencia el lento devenir de tan insólitos camareros con la ventaja de no importarles ni el tiempo ni el espacio por su condición de transeúntes ajenos a la cotidianeidad de esa ciudad que les cobijaba.
A lo lejos, viejas prostitutas y marines americanos atendían los quioscos de prensa y los puestos de animales, donde por un día La Vanguardia vendría a costar dos con veinte y la cama, los jilgueros serían “linnets” y los hamsters… bueno, a esos se les llamaría igual pero con un ligero acento yanqui.
Colón descendía de su largo pedestal olvidando por un momento su eterna misión de orientarnos a las américas y se dedicaba a deambular por los aledaños del Arco del Teatro hasta la apertura del Villarosa. El trazo de la silueta de Las Golondrinas se veía en un extremo del cielo como una constelación más, como si el universo destinara un  mínimo espacio a perpetuar la noche con la intención de dibujar una música de acordeón en mi memoria.
Con todo esto, no debiera haberme extrañado que al llegar al cruce de Pelayo con plaza Catalunya un guardia urbano me invitara amable pero rigurosamente a reorientar mi dirección. Ni tampoco me hubiera sorprendido que al mirar atrás divisara, sobre las vallas que cerraban el paso a Las Ramblas, un gran cartel que anunciaba, de una forma tan institucional como espartana, un lacónico “Cerrado por disfunción”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario