martes, 31 de marzo de 2015

El plato combinado








EL PLATO COMBINADO

(Josep Sebastián)

De pequeño me gustaba observar las fotos de los platos combinados en el exterior de los bares. Aquellas formas y colores me embriagaban hasta tal punto de creer que la vida se habría de parecer  de alguna manera a la simplicidad que otorgaba cada elemento en su conjunto.
Fui creciendo y siempre que podía me engullía un nº 4 o un nº 7 a medida que iba puliendo mi vida en base a aquellos ingredientes. La frescura de mi juventud  era como la verde lechuga que se retorcía al lado de un tomate rojo abierto y brillante. En el otro costado del plato, mis amigos, todos distintos como patatas fritas, unas doradas, otras blancas, y a su lado un par de croquetas crujientes como el sonido de las ruedas de los trenes en las vías. Trenes que cogí para recorrer medio mundo, por lo que no me parecía mal encontrarme de vez en cuando algún ingrediente exótico en algún plato, como aquel nº 9 que incorporaba chucrut.
Un día me encapriché de uno con un hermoso huevo frito en el centro. En ese mismísimo momento se plantó la que sería mi esposa en el centro de mi vida, y la vi llegar así, con un vestido amarillo y una blancura en sus manos que me atrapó para siempre.  Lo acompañaban un trozo de lomo de dos colores y un pimiento verde reluciente, como mis hijas emergiendo en el festival de la escuela a final de curso.
Han pasado los años y sigo disfrutando de esos platos combinados, aunque sé irremediablemente que su presencia en la mesa  frustra todas las expectativas que se  recrearon en la foto. Los como poco a poco, mezclando los sabores y texturas como si buscara una aleación química que devolviera cada ingrediente a su forma irreal.
Hoy he visto un bar con un cartel y un solo plato. El nº 0. Nunca había visto una foto tan poco llamativa, casi sin color, tan abierta a pasar de largo. Pregunté al camarero si no tenían otros para elegir y me dijo que su especialidad eran los bocadillos. Me indicó otro cartel, y ciertamente, aquello era otra cosa.
La vida siempre da una segunda oportunidad, aunque venga acompañada de atún en aceite rebosando por los lados de la barra de pan.

2 comentarios:

  1. Una segunda oportunidad un poco pringosa. Me pregunto con qué podría compararlo en su vida real.
    Saludos

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  2. Bonito final. Merece la pena arriesgarse a probar nuevas texturas, aunque rebosen y nos pringuen.

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