domingo, 15 de marzo de 2015

Llamada






Llamada inoportuna

(Josep Sebastián)






Había lavado los platos de la cena, cuando le pareció oír el timbre del teléfono en el salón.
—Buenas noches mamá. Bien, estoy bien, acabo de cenar y pronto voy a acostarme. Que no, mamá, que no me encuentro sola, yo misma tomé la decisión de ir a vivir al piso de la abuela, además lo he reformado y estoy muy cómoda aquí. Sí, ya sé que tú si que te sientes sola desde que marché, pero fui a visitarte a primeros de noviembre, ¿no? Lo sé, las navidades de aquellos años eran fabulosas con toda la familia en casa, pero que le vamos a hacer, la vida, ¿la vida?, sigue, mamá, ¿que mi piso es luminoso y el tuyo no?, pues claro, pero tú tampoco necesitas ahora el sol. ¡Claro que te entiendo! Echas de menos a papá. Yo también, por supuesto, y aquellas flores que de tanto en tanto te regalaba sin venir a cuento. No te preocupes, un día de estos te sorprenderé yo también con un ramo. ¡Te lo mereces mamá! y sí, los nietos preguntan por ti, por la abuela, pero ya sabes que las llamadas desde Argentina cuestan mucho. Mi hermano dice que vendrán para el verano, como allí hace frío, aprovecharemos para hacerte una visita todos juntos. ¡Que sí! ya sé que tu piso es pequeño, pero es acogedor, la madera le da calidez. No me vuelvas con que estás sola, porque en tu barrio hay mucha gente con la que relacionarse. Sé que no es fácil, lo asumo, sí. El coche de papá funciona perfectamente. Bueno, mamá, se está haciendo tarde y mañana he de madrugar, no como tú con un sueño sin fin. Sí, vale, este domingo iré a verte, si, cogeré el coche de papá, más que nada porque no hay buena combinación para llegar al cementerio. Buenas noches, mamá.

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