Ni el tiro final
Cinco segundos. Ni uno más, ni uno menos. A eso llegaba la clarividencia de Joaquín Torres García: ver el futuro, sí, pero el futuro que estaba ahí nomás, esos segundos que median entre pregunta y respuesta, el tiempo justo antes de pisar un charco. Sin poder hacer nada, sentía las catástrofes, viéndolas antes que el resto del mundo: una señora que caía de una escalera, el premio de la lotería perdido por una cifra, un choque de autos, el no en los labios de la mujer amada. Lo que alguna vez pensó como un don se le fue haciendo una carga a Joaquín. Él trataba de cerrar los sentidos a lo que sucediera en el mundo, pero el futuro estaba dentro suyo y era imposible escapar. El tiempo se le metía en la casa, en el espejo, en la pantalla de televisión. Decidió acabar con el futuro: cerró los ojos, y antes de apretar el gatillo supo que la bala le pasaría junto a la oreja izquierda. Eso sí: muy cerca.
Diego Golombek
Cerradura
Hubieran hecho la pareja perfecta.
Ella tiene la llave que abre los cerrojos; él la que sólo sirve para
cerrar. Pero quedaron cada uno del lado equivocado de la puerta.
Hay de cosas que es imposible huir.
ResponderEliminarPobre Joaquín que nunca pudo vivir sin sorpresas ni si quiera pudo dudar de si acabaría con él mismo.
Unas palabras maravillosas, un placer descubrir este "pequeño" espacio.
Me tendrás mucho más por aqui.
Un gran abrazo!
De todo se puede huir...pero siempre en la dimensión desconocida !!
EliminarBien visto su don era una suerte, quizás después del incidente de la bala cambiara de opinión.
ResponderEliminarA mí no me vendría mal que me dijera los números de la lotería ;)
Es bueno el micro. Me ha gustado.
Un abrazo
Es posible, Abril. Aunque dudo que su altruismo llegara en forma de boleto de lotería precisamente a ti...o es que conoces a Joaquín Torres ??
ResponderEliminarSalud, amiga !!
No m'agradaria estar a la pell de Joaquin Torres...m'agraden les sorpreses...
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