sábado, 29 de noviembre de 2014

Las manos



LAS MANOS DEL CARPINTERO
(Josep Sebastián)
Se despertó temprano, como de costumbre. Sus amigos siempre le decían que su cuerpo ya estaba en marcha cuando aún no habían puesto las calles.
Aquella mañana sentía frío y el alma cansada.
   ¿Se puede tener el alma marchita? —se preguntaba.
Le gustaba solazarse en amenas reflexiones consigo mismo. Buscaba preguntas extrañas para respuestas imposibles.
—Sí, —se contestaba—, hasta puede doler el alma. Hoy siento que me duele el alma.
Recordó la despedida, cuando Aurora se marchó. Siempre había imaginado que se esfumaría, era demasiado libre para quedarse mucho tiempo en algún sitio, demasiado joven para para vivir por siempre jamás a su lado. En realidad él siempre había envidiado esa libertad.
Mientras sus pensamientos divagaban, sus manos cumplían con la rutina diaria del desayuno. Café con leche, tostadas, mermeladas. Recordó como Aurora le besaba las manos cada amanecer.
       —Las manos de un carpintero son mágicas y etéreas —le decía—. Me gusta observarte en el taller mientras trabajas. Acaricias la pieza de madera como si fuera el cuerpo de una mujer, y dónde yo solo veo un tronco tú ves un futuro.
Aurora no estaba allí para besarle. Sin embargo, su aroma se había licuado en el ambiente. Hasta el café olía a ella.
    —Aurora, libre y volátil —pensó—. Me esclaviza su recuerdo a través del perfume.
Se miró las manos. Le faltaba la resina de sus labios, la cera de sus caricias, la cola de impacto de su mirada. Pero el perfume seguía allí, formando nudos concéntricos en el espacio que deja su paso por el taller, nudos que como la madera nos recuerdan el paso de los años.
Buscó entre los cuatro marcos de la ventana el amparo de la profundidad de los bosques cercanos, y solo vio madera, ni un solo atisbo de futuro.

2 comentarios:

  1. Volverá. Aun volando libre, le faltará el calor de las manos que le enseñaron a ver el futuro.

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  2. Por un momento había pensado que Aurora también era una creación del carpintero. También podría ser otro punto de vista, pero los besos y el perfume no dejan lugar a dudas.
    Saludos

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