LA
ISLA DE LOS SINTÍS
(Josep Sebastián)
Tengo
frío. Es hora de abandonar la isla. Desde hace unos días salgo por
las mañanas a recorrer rincones que voy a dejar atrás y busco el
lugar adecuado para botar la barca a la mar. Es hora de partir.
Siento
que la tristeza ha comenzado a rondar el lugar. Todavía no sé si la
barca resistirá al embate del océano, es tan frágil el material
que he empleado para hacerla…Las velas con deseos no cumplidos y el
casco con ansias no calmadas. Casi tres meses de soledad en la isla
de los sintís dan para pensar en muchas musarañas que bien
apretaditas espero me sirvan como cuerdas por si tengo que atar algún
cabo. El armazón está confeccionado por palabras leídas, oídas y
dichas. Las he unido fuertemente con las comas y los puntos
suspensivos que me sobraban de los monólogos que mantenía con mi
imagen reflejada en el ir y venir de las olas: ahora hablamos, ahora
no; ahora nos vemos, ahora no; ahora sin dudarlo, ahora no. Tanto
hablar conmigo mismo que empiezo a pensar que somos dos personas
distintas. Me quedo, me voy, me quedo, me voy,…
Dicen
que la isla puede volverte loco. Eso de tener agua por todas partes y
caminos finitos puede volver loca a las personas, y dicen también
que también puede hacerlo el amor. Yo por amor como mucho he
llorado. Nada de locura, solo llanto.
He
construido una barca y ni siquiera la lluvia me impedirá salir.
¿Cuánto tiempo llevo aquí? Ya no lo recuerdo. Es bueno olvidar,
aunque a veces se me olvida que te olvidé.
¡Anda! Si tú también escribes sobre islas...
ResponderEliminarSí, aunque no lo parezca una isla da para mucho...
Eliminar