martes, 30 de junio de 2015

El mismo amor, la misma lluvia




EL MISMO AMOR, LA MISMA LLUVIA




Sentido y sensibilidad


Una película sobre la traición y la cobardía personificadas en el protagonista.Debido al éxito de público alcanzado por El hijo de la novia, los distribuidores de cine (que se apuntan al carro ganador) nos han permitido acceder a su anterior film, rodado dos años antes, posibilitando que podamos situar su obra en un contexto más clarificador, pues El mismo amor, la misma lluvia (1999) conforma con El hijo de la novia un díptico sobre la vida social y sentimental de un país y de unas personas; aunque ambas películas se pueden ver de una manera independiente, tienen muchos puntos comunes.
El mismo amor, la misma lluvia es una película sobre la traición y la cobardía personificada en el personaje principal de Jorge (Ricardo Darín), un escritor y periodista que no es capaz de comprometerse en aquellas cosas en las que cree. Traiciona su trabajo (escribiendo cuentos y críticas para una revista, cobra comisiones, etc.), traiciona a sus amigos (abandona al periodista, su mentor en la profesión, por miedo a las represalias) y traiciona aquello que más quiere (dejando escapar a la mujer que quiere a lo largo de veinte años). Traición que se convierte en amargura pues el personaje, poco a poco, va siendo consciente de la falsedad de sus actos. Además, el resto de personajes sufren una adaptación a la realidad, así Laura (Soledad Villamil) termina casada con su primer novio (aunque sabe que continúa queriendo a Jorge) y Roberto (Eduardo Blanco), el jefe de redacción de la revista, se adapta también a las situaciones laborales y personales. Tan solo al final, uno de los secundarios dice basta (magnífico actor Ulises Dumont) y con su acto consigue aportar un poco de dignidad a unos personajes frustrados por el desarrollo cotidiano a que se ven sometidos y que se convierte, de esa forma, en una metáfora de la situación de un país. Así, mientras en El hijo de la novia los problemas y traiciones sentimentales adquirían un primer plano frente a la situación del país; en El mismo amor, la misma lluvia, es la historia de Argentina en los últimos 20 años la que parece aplastar con su peso a los personajes (los años de la dictadura, la invasión de las Este título y "El hijo de la novia", además de protagonista, comparten una visión sobre la sociedad argentina actual, por lo que forman, en el fondo, un díptico temático.Malvinas, el comienzo de la democracia, los años de boom económico y la posterior caída).
Es por ello que la visión de ambos filmes, lejos de servir como pretexto para las comparaciones, tiene un valor de amplificación del efecto que nos causó El hijo de la novia. En El mismo amor, la misma lluvia se ve ya el desarrollo de un magnifico guión (en este número de Encadenados que se homenajea a Wilder, no es mala cosa que se hable de esta película) y tiene en común con la película posterior la universalidad de los temas. No en balde, aquí en España hemos vivido etapas históricas similares (dictadura, instauración de la democracia, solvencia económica y decadencia –no económica, pero si intelectual– e incluso ahora ya podemos contar con nuestro propio episodio bélico relacionado con una isla). De esa forma, los temas nos llegan porque son inteligibles por todos.
Y por último destacar también que, al igual que pasó con El hijo de la novia, hablamos mucho del desarrollo de la historia y de los personajes, pero Campanella es un director que merece la pena seguir en cuanto al aspecto técnico de la realización y planificación. En El mismo amor, la misma lluvia tenemos ejemplos considerables del cuidado que pone cuando rueda, así en el fragmento donde se muestra al personaje del viejo periodista que viene a pedir trabajo, cuando Jorge (Ricardo Darín) no se compromete con Pese a la importancia de sus personajes, no hay que olvidar que Campanella es, ante todo, un director muy notado en el campo técnico, por lo que el filme está lleno de resoluciones visualmente ingeniosas.él, la cámara se retira, dejándonos la visión de ese hombre y su hijo literalmente abandonados; cuando más adelante Jorge recibe la llamada confirmándole la muerte de su amigo, la cámara se va acercando al rostro de Jorge hasta llegar a un primer plano; son dos pequeños movimientos de cámara en el que no se puede ser más simple y, a la vez, más efectivo. De igual forma tenemos en todo el filme algunas transiciones preciosas, como la que pasa de la pantalla de televisión un programa de payasos a la pantalla de televisión con el rostro de Laura. En definitiva, una película honesta, sencilla y bien realizada. No es poco.

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