Pocas películas del cine español han tenido tal repercusión en su público como
Amanece que no es poco,
filme que José Luis Cuerda estrenó en 1988 y que supuso todo un hito en
la historia del humor cinematográfico de nuestro país. Acaba de ser
elegida
la mejor película del cine español
en los últimos 60 años en una encuesta realizada en la Semana de cine
Internacional de Valladolid. Su vigésimo quinto aniversario se presenta
como una excusa perfecta para repasar sus virtudes, que no son pocas.
1. Hiperrealismo versus surrealismo: como el propio Cuerda ha declarado,
Amanece que no es poco
no es una película surrealista sino que más bien “le pega un revolcón a
la lógica” y trata de “fajarse con ella cuerpo a cuerpo y retorcerle el
pescuezo hasta que vomite sus últimos argumentos”. De ese
vis-à-vis
nacen escenas como la de la asamblea de las mujeres del pueblo o la de
las elecciones generales –donde, como anuncia el alcalde, “Hemos ganado
los de siempre”–, que parece mentira que pudieran ser tan reales.
2. La incorrección política: el realizador ha
reconocido que hoy en día sería difícil que alguien rodase la película
precisamente por esa falta de mesura que respira toda la cinta. Temas
como el racismo (“Tú no eres negro, eres minoría étnica. Bueno minoría
étnica y negro como un tizón”), la violencia de género (“Pero padre ¿Por
qué mató usted a madre? Porque era muy mala”) o la religión (“¡Por
orden del señor cura se hace saber que Dios es uno y trino! ”) serían
ahora, paradójicamente, más difíciles de tratar con la misma soltura que
hace 25 años.
3. La Mancha y su gracejo: tendrían que pasar años hasta que otros manchegos como Joaquín Reyes y su cuadrilla de
La hora chanante
marcasen otro hito en la historia del humor nacional, pero Cuerda ya
había dirigido los sentidos del público hacia la gracia natural de los
nacidos en su tierra, característica y contagiosa como pocas. Hoy todos
aceptamos “viejuno” como palabra habitual gracias a ellos, pero hace 25
años la película popularizó frases como “Alcalde, todos somos
contingentes pero solo usted es necesario” que aún siguen teniendo
vigencia chascarrillera en la actualidad.
4. El cine dentro del cine: el propio pueblo funciona
como un plató en el que todas las personas representan el papel que se
les ha sido adjudicado en un ejercicio de metacine que sirve de metáfora
de la realidad en la que, al fin y al cabo, todas las personas
interpretan el papel de sí mismos. El claro ejemplo es el del personaje
de Enrique San Francisco, que se pasa toda la cinta intentando cambiar
de papel y cuando lo consigue le toca prácticamente el peor, invitando
al espectador a dejar de lado las envidias y a apreciar lo que se tiene y
no lo que se imagina.
5. “No es lo mismo sacar las cabras al monte para hacer estampas, que plagiar a Faulkner”:
en la línea del argumento anterior, hay muchas frases de la película
que marcaron un hito como “un hombre en la cama siempre es un hombre en
la cama” o “yo venía a hablar de Dostoievski”. No han cambiado el
transcurrir de la historia pero seguramente hayan aportado gran
satisfacción a todos los adoradores de la cinta que en algún momento las
han pronunciado en voz alta y se han encontrado con la comprensión de
un igual presente en la sala.
6. Las consecuencias: detalles como que el propio
gobierno de Castilla La Mancha, con motivo del vigésimo aniversario,
ofreciese una ruta por los pueblos de la sierra albaceteña (Ayna, Liétor
y Molinicos) en dónde se rodó la película permiten hacerse una idea de
la relevancia de su calado en el público. Mención especial merece la
iniciativa que cada cierto tiempo reúne a sus fans en la zona donde se
rodó el filme para representar sus escenas, hacer proyecciones y pasar
un buen rato entre amanecentistas de convicción
7. El reparto: pocas producciones han reunido en sus créditos a tantos nombres esenciales de la historia del cine nacional como
Amanece que no es poco.
José Sazatornil, Cassen –quienes juntos protagonizan una de las escenas
más célebres con su diálogo sobre el libre albedrío–, Luis Ciges, María
Isbert, Gabino Diego o Chus Lampreave (garantía de calidad en una
película) son solo algunos de los actores que dieron vida a los
inolvidables y numerosos personajes de la cinta.
8. La Bombi: mención especial merece Fedra Lorente,
icono erótico de la década de los setenta gracias al destape
cinematográfico, quien consiguió ser algo más que una chica del
Un, dos, tres... (programa en el que alcanzó la fama definitiva) y a finales de los 80 no sólo había pasado por
La Bola de Cristal
–todo un acierto en el currículum– sino que también había interpretado a
la turgencia en persona (y de Santander) en la película de Cuerda.
Aunque después rodó con directores como García Berlanga o Miguel
Albaladejo su carrera profesional siempre estuvo marcada por su
voluptuosidad y su figura nunca ha llegado a reivindicarse en su justa
medida.
9. El libro: que
Pepitas de calabaza
ha editado coincidiendo con el aniversario, que incluye el guión
original, un prólogo y un anecdotario del director además de escenas
inéditas y fotografías del rodaje. Una chuchería en papel para todos y
todas los amantes de la obra magna de José Luis Cuerda, que se
presentará el
martes 15 de octubre
en el cine Callao de Madrid con la presencia del propio director,
proyección de la película y “cena comunal (y turgente)” incluída.
10. El director: sin él nada de todo esto hubiese sido
posible. Gracias a su empeño se consiguió estrenar la película (en un
principio iba a ser una serie para televisión pero fue rechazada) que
además de un éxito en taquilla lo fue en el imaginario colectivo. Obras
suyas son también
El bosque animado (1987) y
Así en el cielo como en la tierra (1995) –que pueden enmarcarse en la órbita del humor amanecentista– o
La lengua de las mariposas (1999). Es gratificante comprobar que los años no han hecho mella en su ingenio, que puede seguirse diariamente en su cuenta de
Twitter. Todos somos contingentes pero él es necesario.
Desopilante, las partes elegidas son maravillosas y la película no me canso de verla.
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