SALVADO
POR LA CAMPANA
Josep Sebastián
Durmió poco la víspera del día que,
aparte de soleado en Irlanda, sería el de con casi toda seguridad su último combate.
Desde el primer golpe se evidenció que su
contrincante no tendría piedad ni siquiera sabiendo que ese mismo día cumplía
años, quizás demasiados para seguir en la élite de los superwelter.
Ya en el tercer asalto sufrió, sin respiro, el primer ataque continuado de puñetazos. Dos cruzados y un crochet lo llevaron por primera vez contra las cuerdas y allí, a punto de doblar las rodillas y de saltar por los aires la toalla que sostenía su mánager, sonó la campana.
Ya en el tercer asalto sufrió, sin respiro, el primer ataque continuado de puñetazos. Dos cruzados y un crochet lo llevaron por primera vez contra las cuerdas y allí, a punto de doblar las rodillas y de saltar por los aires la toalla que sostenía su mánager, sonó la campana.
—Resiste, David —le dijo ya en el rincón del
ring—.Quizás tengas la fortuna de un
golpe ganador.
En el séptimo round, cuando cayó a la lona
después de un par de directos a los riñones y un preciso uppercut y el juez
bajaba el brazo para empezar la cuenta
atrás, volvió a salvarle el sonido de la campana.
Esta vez la de su despertador.
Afuera lloviznaba.
Dedicado a mi yerno Daniel Lynch en su 27 aniversario y a la memoria de quién fue su abuelo, David Stewart .
Esta vez la de su despertador.
Afuera lloviznaba.
Dedicado a mi yerno Daniel Lynch en su 27 aniversario y a la memoria de quién fue su abuelo, David Stewart .
SAVED BY THE BELL
Josep Sebastián
He slept a little the day before that
would be, apart from a sunny day in Ireland, almost certainly his last fight.
From the first punch it was evident
that his rival would not have any piety, even knowing it was his birthday,
maybe too old to continue in the superwelter elite. In the third assault, he suffered his first
attack followed by several punches without brake. Two crosses and a crochet brought him
for first time to the ropes, and it was there almost about to blend his knees
and to blow up the towel that the coach was holding when, the bell rang.
—Hold on, David —he said in the
corner of the ring.— Maybe you still have the fortune of a winner knock.
In the seventh round, when he fell on
the canvas after a couple of punches to the kidneys and an accurate upper-cut, the
referee lower his arm to start the countdown, again he was saved by the bell
sound. But this time it was his clock
alarm.
Outside it was drizzling.
Dedicated to my son in law Daniel Lynch who today turns 27. And In memoriam who was his grandfather, David Stewart.
David Stewart. Tricampeón amaetur de Irlanda años 40
Sugerente final. Dicen que así deben terminar los buenos cuentos y la campana del tuyo nos deja soñando entre la llovizna.
ResponderEliminarMe gustó ese final. Sugerente y en contraste con su principio, Bien Josep,
ResponderEliminarMe gustó ese final. Sugerente y en contraste con su principio, Bien Josep,
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