sábado, 7 de febrero de 2015

Las cuatro estaciones


LAS CUATRO ESTACIONES (I.T.V. 2)
(Josep Sebastián)




Abril recibió la notificación de Tráfico por la cual caducaba la fecha de inspección de su vehículo a finales de Mayo. Ella era una mujer previsora y no queriendo tener sorpresas llevó el auto a un taller recién inaugurado próximo a su casa. No recordaba haber abierto el capó del motor ni siquiera para hacerse una idea de cómo eran las entrañas de su utilitario, y además había oído rumores de extraños fenómenos de desapariciones que le invitaban a no manipular en un universo que no era el suyo.
        —Lo tendrá a punto para la revisión en dos días. —le dijo con firmeza el mecánico—. Si es tan amable, deme su número de teléfono y le llamamos cuando esté listo. Y por si acaso —continuó— tenga mi tarjeta.

JULIO GALEANO
Mecánica en general. Puesta a punto ITV
618913083

El día previsto Abril recogió su vehículo y fue a pasar la revisión. Todo estaba correcto salvo las luces de posición que se ponían a parpadear como suplicantes las cuatro a la vez en el  momento de levantar la tapa del motor. Le informaron que debía de ser un contacto eléctrico sin importancia y que se lo subsanarían en el taller dónde le hicieron la puesta a punto.
Abril se dirigió inmediatamente y preguntó por Julio.
        —El señor Galeano ya no lleva el negocio —le contestó un empleado, pero dígame en que podemos servirle.
La mujer explicó el suceso de las luces y le indicaron que se lo mirarían de solucionar sin cargo alguno por supuesto.
Al día siguiente Abril recogió el coche y comprobó que el problema había desaparecido. Volvió a pasar la inspección sin problemas y le dieron la aprobación hasta un par de años.
        —Hasta pronto, señorita —se despidió el encargado— Ah, una pregunta, si no le importa —dijo como recordando algo— ¿Qué aceite usa?, al sacar la varilla he comprobado que tiene un color como ígneo…
        —Ni idea —contestó Abril — No entiendo de esas cosas. Afortunadamente tengo el mecánico para estos menesteres.

Pasados tres meses, aparcó el coche en una calle con grandes árboles limpios. Las hojas en octubre tienen eso, que se descoloran y caen. Cubrían el vehículo de forma intermitente salvo en el capó delantero, dónde habían formado un extraño círculo compacto como las coronas mortuorias. Abril se asombró de que se hubieran juntado en tan curiosa forma. La cogió con las manos y la puso en el maletero, sin saber muy bien porqué.

A primeros de enero, cuando el cielo se vuelve de un color entre el azul y el azabache, recordó que sería conveniente poner líquido anticongelante en el radiador. A pesar de vivir en la costa andaluza hacía a veces desplazamientos a la sierra dónde el termómetro mostraba el lado menos amable del invierno.
Fue directamente al taller cercano a su domicilio. Al llegar vio las persianas metálicas bajadas y un cartel de “En traspaso”. Se acordó de la corona y la dejó apoyada en la puerta.



No hay comentarios:

Publicar un comentario