LAS CUATRO ESTACIONES (I.T.V. 2)
(Josep Sebastián)
Abril
recibió la notificación de Tráfico por la cual caducaba la fecha de inspección
de su vehículo a finales de Mayo. Ella era una mujer previsora y no queriendo
tener sorpresas llevó el auto a un taller recién inaugurado próximo a su casa.
No recordaba haber abierto el capó del motor ni siquiera para hacerse una idea
de cómo eran las entrañas de su utilitario, y además había oído rumores de
extraños fenómenos de desapariciones que le invitaban a no manipular en un
universo que no era el suyo.
—Lo tendrá a punto para la revisión en
dos días. —le dijo con firmeza el mecánico—. Si es tan amable, deme su número
de teléfono y le llamamos cuando esté listo. Y por si acaso —continuó— tenga mi
tarjeta.
JULIO
GALEANO
Mecánica
en general. Puesta a punto ITV
618913083
El
día previsto Abril recogió su vehículo y fue a pasar la revisión. Todo estaba
correcto salvo las luces de posición que se ponían a parpadear como suplicantes
las cuatro a la vez en el momento de
levantar la tapa del motor. Le informaron que debía de ser un contacto
eléctrico sin importancia y que se lo subsanarían en el taller dónde le
hicieron la puesta a punto.
Abril
se dirigió inmediatamente y preguntó por Julio.
—El señor Galeano ya no lleva el negocio
—le contestó un empleado, pero dígame en que podemos servirle.
La
mujer explicó el suceso de las luces y le indicaron que se lo mirarían de
solucionar sin cargo alguno por supuesto.
Al
día siguiente Abril recogió el coche y comprobó que el problema había
desaparecido. Volvió a pasar la inspección sin problemas y le dieron la
aprobación hasta un par de años.
—Hasta pronto, señorita —se despidió el
encargado— Ah, una pregunta, si no le importa —dijo como recordando algo— ¿Qué
aceite usa?, al sacar la varilla he comprobado que tiene un color como ígneo…
—Ni idea —contestó Abril — No entiendo
de esas cosas. Afortunadamente tengo el mecánico para estos menesteres.
Pasados
tres meses, aparcó el coche en una calle con grandes árboles limpios. Las hojas
en octubre tienen eso, que se descoloran y caen. Cubrían el vehículo de forma
intermitente salvo en el capó delantero, dónde habían formado un extraño
círculo compacto como las coronas mortuorias. Abril se asombró de que se
hubieran juntado en tan curiosa forma. La cogió con las manos y la puso en el
maletero, sin saber muy bien porqué.
A
primeros de enero, cuando el cielo se vuelve de un color entre el azul y el
azabache, recordó que sería conveniente poner líquido anticongelante en el
radiador. A pesar de vivir en la costa andaluza hacía a veces desplazamientos a
la sierra dónde el termómetro mostraba el lado menos amable del invierno.
Fue
directamente al taller cercano a su domicilio. Al llegar vio las persianas
metálicas bajadas y un cartel de “En traspaso”. Se acordó de la corona y la
dejó apoyada en la puerta.
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