HOMO
EBRIUS
(Josep Sebastián)
Pablo ya estaba un poco cansado de las
correrías nocturnas con su amigo. Él, más sensato con la bebida, conducía el coche hasta casa, destrozándose
los pies.
Y al final, como siempre, la misma escena.
El pequeño diplodocus dormitando junto a la puerta mientras Pedro suplicaba:
— ¡Vilma, ábreme la puerta!
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