Estábamos cabizbajos,
como si ya hubiésemos perdido antes de empezar. Luis era el único que
tenía un balón y no venía. Ya nos íbamos a marchar cuando Jonás tuvo la
idea: ¿Y si jugamos sin balón? Tú eres tonto, dijo Toño. ¿Cómo vamos a
jugar sin balón? Tú si que eres tonto. ¿No jugamos a soldados sin armas o
a espadachines sin espadas? ¿Pues por qué no vamos a poder jugar al
fútbol sin balón?, argumentó Jonás. A todos nos pareció un poco raro,
pero no perdíamos nada por probar. Así que echamos pies para hacer los
equipos. Simulábamos que nos pasábamos la pelota, que la golpeábamos o
que corríamos a buscarla, hacíamos como que sacábamos de banda y hasta
nos tirábamos al suelo para que pareciese que nos la quitábamos unos a
otros. Al principio nos costó un poco, pero enseguida le pillamos el
truco. Era divertido. Cuando ya llevábamos un rato jugando, Jonás hizo
como que la metía en profundidad hacía la banda y yo corrí a buscarla.
Simulé que regateaba a Bernardo y, antes de apurar la línea de fondo,
hice como si centraba. Ventura, que nos pasaba a todos dos cabezas,
saltó dentro del área, elevándose por encima de la defensa. El
portero se estiró como pudo para atraparla y cayó sobre la línea. Unos
decían que el balón ya había entrado, otros que no. Después de discutir
un rato, dejamos de jugar. Desde mi posición lo había visto claro. Fue
un auténtico golazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario