SAGRADA
COMPETENCIA
(Josep Sebastián)
A todos los que se acordaron de un ateo como yo en el día de mi santo, va dedicado este cuentito.
Con la mirra que había sobrado de los
presentes a su hijo tres meses antes, José elaboró con sus manos artesanas un
amargo pastel.
Fue el regalo que ofreció a su padre Jacob
el día que le había quitado la exclusividad en el santoral.
Y
María no dejaba de reír.
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