LA
VENTANA DE LAS MARAVILLAS
(Josep Sebastián)
Un fuerte resfriado le obligó a guardar
reposo en casa, alejado de sus amigos y libre de obligaciones escolares por
unos días.
Pasaba largas horas mirando desde la
ventana el trasiego imparable de coches de bomberos, taxis,
ambulancias, bicicletas, turismos, coches de policía, motos con y sin sidecar,
descapotables. También aviones e
incluso vio caballos al trote en desfile.
Una vez recuperado, pudo bajar de nuevo a
la polvorienta y pedregosa calle, dónde sus amigos le esperaban con las canicas
preparadas para jugar al gua. Parecía como mareado mientras esquivaba enormes
ratas y algún perro vagabundo perseguido por los empleados de la perrera.
Al cruzar la calle se detuvo a mirar como
tres operarios de tez oscura desmontaban el tiovivo que había animado las
fiestas de aquel barrio periférico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario