EL
DESCUIDO
(Josep Sebastián)
Acabada
la orgía, volvió a casa vacilante por las calles pedregosas. Casi a ciegas se
quitó el casco, las sandalias, la falda de cuero y la cota de malla que cubría
su pecho.
Solo al dejar la espada en el suelo fue cuando el centurión
Tiberio pudo aprovechar para matarle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario