Juan José Millás: "Avisos"
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Fotografía: Francisco Rodríguez Criado |
El
otro día, en el contestador automático de mi teléfono, una voz
angustiada había dejado el siguiente mensaje: "Mamá, soy yo, Cristina,
que si puedo cenar hoy en tu casa, sólo te llamo para eso, para saber si
puedo cenar contigo esta noche, avísame, por favor, no dejes de
avisarme estaré toda la tarde aquí, soy Cristina".
Evidentemente,
no soy la madre de Cristina, así que se quedó sin cenar la pobre, y yo
también, pues no fui capaz de freír un par de huevos conociendo el drama
de esa pobre chica. Algunas voces anónimas son como microorganismos que
te infectan el día, y no hay Frenadol que las pare.
Al
día siguiente de lo de Cristina llegué a casa, le di a la tecla del
contestador y alguien dijo: "Pedro, que lo de Luis, por fin, era maligno
y encima Marisol se ha roto un brazo. A mamá no le hemos dicho nada
todavía porque con las crisis respiratorias que tiene últimamente no lo
soportaría. Nacho, por fin, va a repetir el COU". Evidentemente, tampoco
soy Pedro, no conozco a Luis ni a Marisol, y me importa un rábano que
Nacho repita el COU, pero me amargó la vida esa acumulación de
desgracias ajenas, qué quieren que les diga. Cuando llevas dos días
seguidos escuchando mensajes de este calibre, el receptáculo donde se
aloja la cinta del contestador empieza a parecerte un nicho ecológico
donde se reproducen microorganismos perjudiciales para la salud
emocional, así que desinfecté la cinta, pero al regresar del trabajo
escuche: "Miguel, es la última vez que me das un plantón porque esta
misma tarde me voy a suicidar". Tampoco soy Miguel, pero estuve tres
días con mala conciencia buscando una muerte violenta en la sección de
sucesos, y así no se puede vivir.
De
manera que hoy, decidido a defenderme, he marcado al azar unos números
hasta dar con un contestador en el que he grabado el siguiente mensaje:
"Marta, que vengas en seguida porque Manolito se ha caído por el hueco
de la escalera y Ricardo se ha tragado una cuchilla de afeitar, pero no
me puedo mover de casa porque no tengo con quién dejar al bebé. Date
prisa". Ha sido un desahogo, la verdad, me he quedado más ancho que
largo. Y pienso subir el tono si la guerra se prolonga. El que avisa no
es traidor.
Juan José Millás
Hay mensajes que merecen ser contestados, aunque no sean para ti. El del aviso de suicidio yo hubiera hecho una rellanada .
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